El bulo de la palabraría vacía.
Me regenero una y otra vez, como si tuviera varias capas y al ser dañadas pudiera extraerlas de mi. Voy a una velocidad de metro por minuto, la lentitud es la desventaja del inquieto o el don del perfeccionista. Y ahora, que contemplo a través de este cristal viejo, mi vida, comprendo que en cada frase que veo, me encuentro, te busco, le pierdo. El sentido de la dirección está ausente, encarnizada en mis manos la eterna paciencia del que espera y desespera, el fin de algo, que nunca sucede. Mil realidades diferentes, que difieren de la mía, mil sueños iguales, que se repiten cada día.
Y aquí me encuentro, sentada, intentado sacar algo que no encuentra palabras, mirando al limbo a ver si el tiempo pasa. Siendo de todo menos elocuente, verborrea insatisfactoria que domina mi mente.
Que las decepciones son la cura de la miopía, que las inseguridades nos llevan al borde de la locura, que controlar a los demás, infelices y que las heridas fracturan el alma.
¿Dónde ha acabado mi sencillez? ¿ por qué esa manía de intentar parecer que decimos algo? o ¿ por qué simplemente enmascararlo?
A veces un " te quiero", "te echo de menos", "gracias"...decoran más, que cualquier prosa.
Que las decepciones son la cura de la miopía, que las inseguridades nos llevan al borde de la locura, que controlar a los demás, infelices y que las heridas fracturan el alma.
¿Dónde ha acabado mi sencillez? ¿ por qué esa manía de intentar parecer que decimos algo? o ¿ por qué simplemente enmascararlo?
A veces un " te quiero", "te echo de menos", "gracias"...decoran más, que cualquier prosa.
Comentarios
Publicar un comentario