La commedia è finita!
Me gustaría que las palabras fluyeran, que salieran armoniosas de mi boca, que mi mente coordinase cada una de esas frases y las dejara caer, las dejara marchar, como quien dice hasta luego, aún sabiendo que no volverá. Ser capaz de decir lo que siento, sin el miedo a la consecuencia, sin el miedo a la soledad y al rechazo. He forjado una armadura que ni yo misma soy capaz de romper, imposible el poder quitármela. Cuando menos me lo espero, estoy sola, armando un guión que nunca dictaré, formando una carta que nadie escuchará, llorando de la impotencia, mientras recreo mi realidad; mis pensamientos son el epitafio instantáneo que simulan mi muerte.
Estoy viviendo en contradicción.
Hay quien dice que solo sobrevivo. Que batallo guerras destinadas a perderlas, que escondía todas las emociones para no romperlas. Hay quien dice que no me enfrento a las cosas, sino que huyo. Me mantengo paralizada, como una estatua que no puede respirar ni sentir, como un cuadro inerte que mira a los ojos de quien le observa. Hay quien dice que los cobardes se merecen su suerte, incapaces de arriesgar pretenden ganar. No es el destino el que nos dicta nuestro camino, sino nuestros actos, nuestra manera de afrontar los problemas, las adversidades. Hazte grande, hazlo grande. Un corazón pequeño no sobrevive a la taquicardia efímera de tu marcha. Tu ausencia deja marcas por todos sus recovecos, cicatrices que no sanarán, vacíos que no se llenarán.
Estoy viviendo, digan lo que digan, es la única forma que conozco. No lo llaméis supervivencia porque no sea un ideal, una utopía que todo ser ha de alcanzar. No me digáis lo que ya sé.
Luchar contracorriente no es fácil porque nunca sé cual es el punto de partida, o cual la meta. Es un laberinto que cambia a cada paso, que se entremeje entre sus puntos cardinales para cambiar la orientación. Hablo desde sus oscuros pasadizos y sé que el final está lejos, tan inalcanzable que la ley de la gravedad prefiere no actuar. Mi mano cae, reposa y se vuelve a levantar.
Tan solo te quiero alcanzar, pero andas a zancadas y yo voy de puntillas,por si me pueda tropezar.
Medidas de precaución, por si las necesitara, dejé de confiar en ti porque ya no me guiabas, dejé de verte con los mismos ojos, porque ya no te reconocía. No sé si siempre fui miope, o traté de idealizarte. El caso es que para no perderte, me bloqueé, enclaustré todos mis sentimientos, protagonicé un cuento de hadas sin final feliz. Fui una impostora, un títere.
Ya no sé quien eres, ya no sé quien soy, ni qué seremos. ¿Acaso tuvimos oportunidad alguna?
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