Ciclación sonambulista

Y en cualquier pausa, en cualquier momento de despiste, apareces fugaz, por una milésima de segundo por mi pensamiento, y entonces comienza el bloqueo.
Y empiezo a cerrar puertas, una tras otra, a ver si de alguna manera...consigo que no entres.
Y parece que durante un tiempo funciona, pero solo duermes, duermes tan profundamente dentro de mi que no te noto.
Y creo que así está bien, creo que es mejor así, porque mi yo racional controla cada parte de mi cuerpo, cada aliento que suelto está guiado por él, es como si no me dejara improvisar.
Pero sé que no está bien, sé que no sirve de nada, sé que solo duermes, y con eso no consigo nada.
¿Y qué hago? Nada.
He gastado ya todas mis opciones, así que me espera repetir el mismo ciclo de acciones, el mismo circulo infinito, en un acto de fe, de que esta vez, funcione.
Y me diré, como siempre me digo, y te diré, como te dije, que son las cosas del destino, para no sentirme tan derrotada, porque es mucho más fácil ver la vida correr delante de mis ojos, que vivirla.
Porque es más fácil ser pasiva, ir a la deriva...porque me siento rota, siempre he estado rota.
Sentirte es la inminencia al caos, la antesala a la creencia del abandono, la firmeza de mi inseguridad, y un continuo frustrante que aboga por calarme. 
Del verbo aterrar, como sinónimo aparece tu nombre.

Y en cualquier pausa, me imagino, un futuro contigo, donde no hay puertas cerradas, ni bellas duermientes.
Y de nuevo, vuelvo al presente, al pasar de los días, al mirar de la gente, a la aceptación de un adiós, que seguramente sea permanente.

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