Un único acto.

-Ven a mis brazos soledad, hoy quiero montármelo contigo. Quiero arder, que el fuego sea mi castigo y la cordura mi delito. Si, ven a mi, hazme creer que soy cómplice del destino. Estos moratones marcan mi sentencia. Voy a visitar el boulevard de mis noches, allí alquilaré una habitación. En silencio te llevaré de la mano y te tumbaré en la cama con sumo cuidado. Cierra los ojos y déjame probar el néctar de tu piel, la sabana que escondes en el pecho y la lujuria que quiere escabullirse entre tus dedos.-Dolor aún la miraba directamente a los ojos.
La noche los envuelve, les da cobijo y entre las sombras se escucha un leve gemido, un expansión de emociones emanaba de aquel paraíso, una respiración desenfrenada, una luna que no se apaga, unos ojos cesantes de deseo, una boca desgastada, un grito que hace eco en las ventanas...
Hoy dolor y soledad cerrarán el telón con un acto conyugal, fundiendo el deseo que les inunda, desnudando sus almas que gritan desesperadamente ser liberadas.


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Cual será la raiz cuadrada de mi misma?

Un amigo no es fácil de reemplazar.

Nada es para siempre.