Lo normal.
Despierta entre la multitud de gente muerta, gente que vuela sin saber que son, padeciendo trastornos de personalidad, es normal, la vida hoy no es más que un sin fin de sucesos anormales en la realidad.
Las altas dosis de imaginación se mezclan con almíbar y un toque de ácido limón. Horas interminables de juegos y diversión, aquí no existen el llanto ni el dolor, mi garganta es un redoble de tambor, el caos lo invento yo.
Reorganizar a las masas no es nada fácil, unos allí y otros allá, nadie quiere regresar a su vida normal, vuelvo a pensar que en cierto modo yo tampoco quiero, no me doy cuenta, pero sigo dando vueltas, estoy en un punto de inflexión, estoy entre el sí y el no.
Lo habitual es llevar un paraguas y un sobrero, depende de la estación, sol o lluvia, a elección del proveedor. Tenemos la eternidad, aquí no existe el tiempo, las horas son interminables, no hay existencia de minutos, tan solo un conjunto de milésimas de segundos que forman horas.
Me iré de aquí, mi trabajo aquí llegó a su fin. La dignidad se funde al chorro del calefactor, el orgullo no es fácil de digerir, siempre es mejor mezclarlo con altas dosis de alcohol.
Lo normal es reinventar los ideales que se hunden sin evitar la calamidad. Entre las noches resurgen y avivan las llamas de los candiles, guiando a mi enclenque personalidad.
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