Mellizos in-separables.

Sólo había que mirar más allá de donde nos mostraban nuestros ojos,pero en ese momento de rabia contenida, pensando en caliente, uno no es capaz de mantenerse recto, pudiera darse el caso si fuera una máquina, lo cual ninguno de los presentes lo éramos.
De fondo se oía al viento enfurecido, queriendo embestir el cristal del balcón, rasgaba con ansias, quería destrozar todo a su paso, estuvo a punto y paró si más. A pesar del viento que hizo,había un sol esplendido, acompañaba mal para la ocasión, pero pareció ser que nos comprendió y se llenó de empatía, se vistió de un azulón oscuro, un traje de charol no muy llamativo, triste, como lo requería su señora que a la vuelta de la esquina lo esperaba,para darle las buenas noches. Mientras tanto, en la mesa de nuestro salón seguía la disputa entre los invitados de honor. Seguían alzando la voz, como si así alguien fuera a darles antes la razón,pero lo único que hacían era liar más las cosas, hacer que perdiéramos el hilo. Estuve, en varias ocasiones, tentada a levantarme y de un golpe en la mesa,callarlos a todos,pero eso sólo ocurre en las películas,por lo cual permanecí sentada viendo como más de uno metía la pata, como se dividían en bandos, quedando en medio,siendo el nexo de unión.
Esto cada año se hacía más habitual, cada año que pasaba el roce iba en aumento, iban a desencadenar el inicio de una gran guerra entre hermanos. Una guerra que no tenía ni pies ni cabeza, que empezó, si no recuerdo mal, cuando tenía nueve años. Juan, un chico esbelto, con ojos de oliva,tan negros que pensabas que al mirarlos te ibas a hundir en ellos, con un color de piel avellana y algo pecoso,muy engomindado tenía por aquel entonces un calcetín de la suerte, ya sabéis, un calcetín blanco con dos lineas rojas a lo largo. Martin,su mellizo, era más bien delgado, con un color ocre de pelo y tan blanco como el papel,en eso, según mi madre, nos parecemos a mi abuelo, por mucho que le diera el sol,nunca se ponía moreno.Resulta que un día de febrero Juan tenía un partido muy importante y pensaba llevarse el calcetín,pero lo que no sabía era que Martin,al recoger la ropa lo dejó caer al suelo y se quedó en la calle,despreocupado,no lo recogió. Al ver la situación,Juan fue directo a su entrenador y le dijo que no jugaría,por mucho que este le suplicara que lo hiciera, Juan no lo hizo, como siempre tan cabezón, no quiso escuchar a nadie.Un mes sin hablarse estuvieron,hasta que mi padre puso paz por en medio. Aun así, después de tantos años siguen resentidos y sus continuas disputas han ido en aumento. Hoy,es el cumpleaños de mis hermanos, el único día del año donde conseguimos que se reúnan. ¿ Sabéis cual ha sido el problema de hoy?, quien soplaba antes las velas.

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