Hola, bienvenida a casa.

La inquietud se cierne sobre mi, cada vez que cierro los ojos, tu rostro, a penas imperceptible, aparece. Es como un sueño, un letargo sueño del cual no puedo salir, y grito, te grito para que no te puedas ir. Quédate, no habrá nada más en el mundo que te puedan ofrecer, que lo que yo te pueda dar. Sonará egocéntrico, pero yo voy a estar, a diferencia de ellos, yo quiero todos tus defectos, malas manías, malos momentos. Ellos solo ven en ti, la luz que irradias, el resplandor que nace en ti. Aléjate de todo lo que brilla, ese camino, no es para ti.
Y me quedo, esperando, a que tu sueño y el mio sean una realidad, una realidad como la de tantas, ficticia, donde nuestros caminos se cruzan, se separan, y van en paralelo. Una realidad donde te pueda oír respirar, gritar, reir y anhelar. 
Y me quedo, porque me has acompañado, porque nunca te has ido, y porque el día que lo hagas, una parte de mi, lo hará contigo. 
Asustado, al abrir los ojos, solo veo la negrura que envuelve este manto que se hace llamar cielo. Y busco, a tientas, lo que pueda ser tu silueta. Y camino, camino, camino...
El tiempo parece efímero, pero se relentiza a cada respiración, a cada bocanada de aire se le añaden mil años más. Tu despertar ha durado toda una eternidad, hasta las flores quieren llorar.
Me da miedo suspirar, me da miedo hablar. 
En un grito sordo, el eco se hace confortale. Un segundo, un latido, y todo empieza a encajar.
Parece que el mundo quiere seguir caminando, pero yo solo quiero continuar esperando. Y tú, que enmarcas en mis noches el desasosiego, ahora me miras con ojos de cordero.

Hola, bienvenida a casa. 
Recuerdame cómo y por qué hemos llegado hasta aquí, aparentemente podríamos decir que la ingenuidad infantil nos unió, pero amiga, no fue así. Si la vida fuera una montaña rusa, ¿donde nos situarías?, si pudieras escoger otra vez, ¿repetirías?. En mi esquela visual, tú te repites, sin ti habría conceptos que no sabría explicar, ni emociones que experimentar; la amistad es el don de amar a un igual como si fuera un familiar.
¿Crees que podrás perdonarme?
Es tan intangible, el perdón es tan perenne, que no hace falta concederlo. En el momento en el que nuestras vidas recorrieron el mismo sendero, las palabras desaparecieron.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Cual será la raiz cuadrada de mi misma?

Un amigo no es fácil de reemplazar.

Nada es para siempre.