Un adiós.
Está todo tan frío que la humedad se introduce en mis huesos, revoloteando entre mis dedos, recorriendo mis adentros. No siento nada más que este frío que me acompaña, este puño de acero que golpea mis entrañas. Y no quiero volver al vacío, no quiero perderme de nuevo y no sé porque tengo tanto miedo.
No comprendo, no entiendo , solo acepto los retos. No pido que sea fácil, simplemente quiero un respiro, una calada de aire fresco.
Si me quedo sentada siento los recovecos de mi cabeza, el bombeo de la sangre en mis venas, el palpito de mi corazón, su aliento, su mirada entristecida y mis manos en el suelo.
Se marchará, hoy, mañana o dentro de dos años, nadie lo sabe. Buscaré fuerzas de donde no las hay, me resistiré, aguantaré hasta estallar, me mantendré en el suelo cruzando sin mirar. Y si cierro los ojos¿ desaparecerá?
No, quedará el disentir entre la esperanza y la desilusión, un recuerdo y un adiós.
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