Otoño y...

Y nunca sé cómo empezar, pues todos los principios me parecen banales, pero tampoco sé terminar, pues no me gustan los finales.
Yo me quedo en el nudo, en ese que se forma en tu garganta y te deja sin habla, cortandote la respiración. Me quedo sentada en alguna costilla cerca del corazón. Me mantengo ausente, pero estoy. Me disfrazo con tu piel, para que recuerdes mi aroma. Me paseo por todo cuerpo cual hemoglobina perezosa,  visitando cada recoveco, cada apartado que desconozco, cada cicatriz suturada...voy haciendome contigo, pero sin ti.  
Yo soy ese silencio que tanto deseas, esa melodía sin estribillo que se ha rallado,  esa caricia que te da el aire cuando va con prisa. Vivo en tu almohada, mirando de reojo tu silueta perfilada, susurrando en tu oído cualquier tontería que no recuerdes mañana. 
Vivo dentro y fuera. Soy las ganas locas de morderte, para que desvanezcas para siempre. Soy una ilusión disfrazada de incertidumbre, una noche sin estrellas, una taza rota que sólo conserva su asa,  los domingos demenciales, la risa frenética de un psicópata. Soy cualquier cosa...
Latido sordo de tu palpitar, que viaja entre arterias para poderte atrapar. Un pulso acelerado que desemboca en parada cardíaca, una bomba de relojería que sustituye al corazón. 
Y puedo decir, que soy aquello que tanto anhelo, que todos buscamos. Soy esperanza perdida en una isla, libertad presa de sus miedos. Soy...una vida que olvidó su comienzo y jamás verá su final. 

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